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El club y sus Inicios 

​​Son muchas historias resumidas en una sola historia; son muchos recuerdos, emociones, sentimientos y un gran esfuerzo de un grupo de vecinos de Castelar, que movidos por sus principios y su amistad, comenzaron una tarea que hoy ya tiene largos años de vida.


 




























 

El Club Argentino de Castelar nació exactamente el 3 de febrero de 1939, pero por falta de documentaciónfehaciente (falta de acta fundacional, etc), se procedió a la inauguración oficial con un gran asado criollo el 9 de julio de ese año con las instalaciones correspondientes: una cancha de bochas cubierta (un lujo para aquella época), local social y una  cancha de básquet de polvo de ladrillo sobre un terreno lindero que sería anexado al club en 1942.



En la actualidad, la palabra empeñada, el honor, el sacrificio, el desinterés, el compromiso y la amistad, son valores que pueden parecer extraños, pero no en esa época para nuestros pioneros, quienes dejaron en nuestro Club: largas horas de trabajo, de estudio, de descanso y quizás por su bajo perfil o por el simple olvido, hoy sólo queda de ellos algún sordo recuerdo en alguna de las paredes de nuestra institución. Otros, en cambio, lograron ser anotados por la historia y quedarán como testigos vivos de miles de momentos simples, humildes a los ojos de muchos, pero que encierran en su conjunto una forma de vida “envidiable” y muy valiosa para cada socio. Apellidos como Campoamor, Viña, Grinspan, Trenco, Bruni, Jackson, Peñalba, Valentoni, son algunos de los integrantes de la primera Comisión Directiva del Club, que dejaron un modo de conducción que aún hoy se intenta seguir y promover.



Con el correr del tiempo y basado en las dos actividades primigenias, el Club Argentino fue ganando fama y títulos a costa del esfuerzo de sus dirigentes, de sus socios y de sus deportistas, confundiéndose las tres muchas veces, ya que todos los deportistas eran socios y muchos de ellos eran, además, dirigentes.
Aquellos años que se sucedieron entre 1940 y 1957 quedaron enmarcados por una institución que crecía “a pulmón” y con el esfuerzo, como ya remarcamos, de los distintos estamentos de la entidad.


Dirigentes, que se caracterizaron por el carácter apolítico que siempre tuvo
nuestro Club, socios, que colaboraban a destajo en distintas actividades con tiempo, dinero o con sus conocimientos profesionales puestos al servicio del Club, y deportistas, que iban creciendo en sus especialidades y ya brindaban títulos a raudales.


Pero alrededor del Club  ya existían instituciones que se hacían eco con algo que el Argentino de Castelar todavía no tenía: la piscina (el Verano de 1957 fue el verano más caluroso del siglo XX). De hecho algunos socios se mudaron a Ituzaingó a disfrutar de los placeres de un lugar donde refrescarse. Entonces fue ahí que nuestro grupo de aguerridos socios y dirigentes, sin un peso –ni fuerte ni débil- comenzaron con un nuevo sueño: recolectar fondos para la construcción de la pileta. Mediante un Bono Pro-natatorio se salió casa por casa a la búsqueda de nuevos socios ofreciéndoles un plan familiar para un Club Argentino con Pileta. La campaña tuvo tanto éxito que no sólo se inician y finalizan las obras del natatorio en Febrero de 1958, sino que además se construyen los vestuarios anexos, se amplía el Salón social y se inicia la construcción del ansiado Gimnasio cubierto.


Aquí, quizá, fue cuando comienza la etapa más pujante para nuestra institución. El enorme esfuerzo que significó la construcción del Natatorio elevó la cifra de socios a más de 3.000 y con ese envión anímico se ratificó el compromiso social y deportivo con la construcción del gimnasio cubierto cuyo costo fue pagado –en gran parte- con dos nuevas actividades sociales que se hicieron famosas por aquel entonces: los Bailes de Carnaval del Argentino y la “Cena de los Mil”, que según nos relatan hoy “jóvenes” socios, eran las actividades más famosas del Oeste,  y que marcaron un período de profundo éxito de la institución en cuanto a lo social.


Aquella primera comisión dejó como herencia para la siguiente un inmueble relativamente pequeño, con costrucciones modestas, hechas a fuerza de sacrificio, pero fundamentalmente les legó la obligación de continuar adelante con la obra comenzada, con la obra tan querida y un sueño largamente acariciado: cada día ser mejores. Y en esa lucha hoy nos encontramos…

La que fuera una vez la humilde escuelita de Castelar Norte, una casa vieja rodeada por un terreno pantanoso, fue nuestro punto de partida…
Los comienzos no fueron fáciles, y sabemos que nunca lo son cuando de por medio no hay intereses netamente comerciales, pero también sabemos que las tareas que se emprenden con un profundo espíritu altruista, desinteresado, y sólo preocupado por el bien común y el de la sociedad en general, se construyen de esa forma: día a día y ladrillo por ladrillo.

Y así fue como allá por 1939 un grupo de entusiastas y visionarios, compuesto por ex dirigentes y jóvenes socios del desaparecido Club Aconcagua, se abocaron a la notable tarea de organizar una nueva Institución, contando tan solo con sus espíritus decisivos, pero fortalecidos por la fe en una obra noble, alentada por el deseo no solo de hacer, sino también de hacer bien.

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