A veces las cosas no suceden porque sí. Algunos piensan que tenemos un destino marcado y que no se puede evitar, pero así y todo, uno nunca piensa que le puede suceder lo peor, por eso es muy difícil sobrellevar el peso de una lesión tan importante, más cuando te corta tu medio de vida. El 2 de noviembre del año pasado, Ezequiel Manzanares sufrió una rotura de ligamento cruzado anterior de la rodilla derecha jugando para Racing de Gualeguaychu por el Torneo Federal, y tras 6 meses de recuperación, está a pocas semanas de volver a las canchas con la camiseta del club. Tal como se lo propuso.

-¿Recordás el momento de la lesión?
-Sí, imposible olvidarlo. Estaba entrando en bandeja y cuando apoye la pierna derecha sentí que se me había salido todo de lugar. Se me fue todo el peso del cuerpo para esa rodilla. No sentí dolor de inmediato insoportable, porque de hecho me pare, pero no me quería ni mirar la rodilla porque sabía que algo estaba roto. Después intente caminar y sentí un crack horrible. Salí rengueando y le dijo al médico: “me rompí”.

-¿Qué fue lo primero que se te vino a la cabeza?
-Fue muy duro. Lo que sentís en el momento no son lágrimas de dolor, sino lágrimas de saber que te pasó la peor lesión que puede haber y que nunca te imaginas que te puede llegar a pasar. Saber que me estaba tocando a mí y pensar en el después me pesó mucho. El hecho de no saber cómo iba a volver me partía la cabeza. Ese es el miedo que uno tiene y sentís un vacío enorme.

-Me imagino el papel que habrá tenido tu familia y amigos en todo esto…
-Lamentablemente en ese momento estaba lejos de mi casa, así que ver a mi familia era imposible. Eso te hace peor, pero lo bueno es que esa misma noche siempre estuve acompañado por alguien. Todos se portaron muy bien conmigo, y al otro día ya vino mi mamá y papá. Sin dudas que después ellos fueron fundamentales para la recuperación.

-¿Qué te hizo fuerte para volver tan rápido?
-Mis ganas de volver a jugar. Te pasan muchas cosas por la cabeza. En el momento pensé qué iba a hacer durante ese tiempo, pero la verdad que es duro el primer mes. A mí se me pasó rápido y hasta quizá me sirvió para despejar la cabeza, descomprimir un poco y cargar las pilas.

-¿Cómo fue la recuperación?

-Es muy duro hasta que podes caminar bien. Yo me operé a la semana, y eso fue mejor. Después de la operación pensaba en cómo voy a hacer para saltar de nuevo, en ese momento lo ves imposible. Entonces me fui poniendo objetivos a corto plazo. Yo sabía que me iba a doler y que tenía que hacer todos los ejercicios por más que me duela, porque eso me habían dicho. La recuperación dependía de mis ganas, y acá estoy.

-¿Cuánto falta para que vuelvas?
-En estos días voy al médico para que me diga como estoy, no me quiero apurar. Sabía que para esta fecha podía volver, yo me lo había puesto como meta. Obviamente que si la recuperación se demoraba iba a tomar todas las precauciones para volver de la mejor manera. Yo tenía en mi cabeza que en esta fecha tenía que estar jugando o con el alta médica.

-¿Cómo fue el hecho de volver a entrenar?
-Volver al entrenamiento me dio miedo. En vez de pensar en tirar, pensaba en cómo iba a caer. Es un proceso largo. Ahora de vez en cuando me pasa algo similar, hasta que me acostumbre y tome confianza.

-¿Trabajas con alguien el tema del miedo?
-Sí, voy al psicólogo y me ayuda mucho en esto. El hecho de no fastidiarse también es muy importante. Yo soy muy exigente conmigo y no me gusta sentirme mal en una cancha. A veces cuando estás volviendo de jugar y no te sentís igual que antes uno se fastidia, y eso no está bien, porque repercute en todos los ámbitos de tu vida.