Andrea Chiuchich comanda un grupo, en el que a muchos no solo los une la pasión por la Esgrima, sino también la misma sangre.

​
Muchas veces los hijos suelen escaparse a los gustos de los padres, quizá el hecho de “mamar de chico” tanto de una misma cosa los agobia, pero por suerte para Andrea Chiuchich, este no fue el caso. Quizá en sus dos hijas ve el reflejo de ella adolescente, con todas las esperanzas de llevar a la Esgrima argentina a lo más alto, y sus hijas, Paula y Carolina Ortíz, pretenden ir por el mismo camino.

Paula, de 16 años, es una de las juveniles de mayor proyección de la región, y está en la pelea por los nacionales, que otorga un lugar en el Sudamericano. Por su parte, la menor, tiene solo 8 años y ya se destaca con el florete en la mano. “Es lindo y difícil a la vez entrenar a tus hijas, pero me gusta”, cuenta Chiuchich, quien compitió en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.

Pero no es el único caso dentro del grupo de más de 20 chicos, jóvenes y adultos que comparten el mismo gimnasio: Miguel Sandoval también entrena junto a su hija Merlina, que con solo un año entrenado de los 13 de edad ya se le ve un gran potencial; “si se dedica llega”, dice Andrea, palabra autorizada. También si seguimos recorriendo el salón, nos encontramos con Lucio Ondarts, primo de Lucia Ondarts, otra de las egresadas de mayor proyección del club, que hoy compite representando al país.

Así se los ve entrenando cada martes y jueves, sin diferencias de género o edad, todos luchando para el mismo lado, como una gran familia.



Lo hecho por María Paula Ortiz, medalla de bronce en el Campeonato Nacional Juvenil  y subcampeona en el de Cadetes, y María Victoria Tognole, subcampeona en la categoría Cadetes el año pasado, son algunos de los logros que los chicos intentarán mejorar este año a partir del 4 de marzo cuando arranquen los entrenamientos.

Si bien no es uno de los deportes más populares, esta actividad mejora el desarrollo humano en varias facetas, ¿Por qué?, Esgrima es un deporte que ejercita la concentración, da confianza, seguridad y mejora la flexibilidad y los reflejos de cada persona que lo ejercita.